Durante varios días he convivido con una luz más amarilla, ciudadanos que hablan casi a gritos y una temperatura agradable. He regresado a lugares comunes, donde vivir era mucho más sencillo y menos emocionante. Ya no queda casi nadie. Las huellas de la apacible lucha, de la serenidad pasada.
Esta tarde vuelvo a mi barrio, el de ahora. Vuelvo al estado de alerta máxima, a no saber qué significa planear. A los aterrizajes forzosos y las falsas despedidas.
Esta tarde vuelvo a mi barrio, el de ahora. Vuelvo al estado de alerta máxima, a no saber qué significa planear. A los aterrizajes forzosos y las falsas despedidas.
1 comentario:
La luz amarilla suena bonita. Cada cosa en su momento.
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