miércoles, 25 de febrero de 2009

Hogar, dulce hogar.

Todos los rincones de mi pequeña casa están llenos de polvo y de pelusas de diversos tamaños. Hay variedad de prendas dispersas por mesas, sofás y encima de las cajas. Los ceniceros, por supuesto, llenos de colillas. Las escaleras con la batería de cocina. La nevera repleta de comida. Los estantes llenos de condimentos. El hogar está repleto. No se puede pedir más, claro que no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo pido el vacío. Un armario más grande o tirar toda la ropa. Sólo al uso, dos platos, dos vasos, dos cubiertos... para recordarme que no hay nadie a mi lado. Intento reducir todo a la mitad de lo indivisible. Hasta yo intento reducirme a la mitad.