lunes, 14 de febrero de 2011

La viajera.




Amelia, no la Amelia que conocemos ahora, sino la niña Amelia de cinco años, viajaba por primera vez con los papás a la capital, Santiago de Chile.
Viajaban desde el lago Ranco, donde nació. Mil cien kilómetros de aventura, de verde, de pueblitos desconocidos, de niños como ella, que saludaban al ver pasar el tren. La niña Amelia, que no quiso separarse de su maleta, porque, ¿qué tipo de viajero va sin su equipaje bien a mano?
Cuando más tarde hicieron la aparición el asfalto, las luces de la gran ciudad y ella se encontraba asustada y ansiosa a partes iguales , comprendió entonces o comenzó a comprender que ése tan sólo sería su primera partida, su bautismo como viajera.



Madrid, 9 de noviembre de 2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

Descubrir que todo lo que une escribe trata sobre el pasado, sobre la nostalgia, es duro. Y tuvo que venir a decírmelo sin darse cuenta una amiga viajera, sin nostalgia, sin piedras en la mochila. Chicago, Nueva York, Marruecos, Londres e Italia en menos de un año. Hablamos de revolución y yo me pregunto, qué revolución se puede hacer si uno vive entre la nostalgia y la fantasía.



La vida indudablemente es una carga que cada vez se nos hace más pesada, uno no puede iniciar una revolución si lleva mucha carga. Las revoluciones las hacen aquellos que están libres de cargas: los pobres, los marginados, los maltratados, los olvidados.



No creo que haya que ser campesino para levantarse en armas. Revolución puede ser cada día, sin cargas, sin miedo a vivir, arriesgándolo todo, en el amor, en lo laboral, en lo artístico. Sin miedo a perder, sin miedo a morir. La mayor de

nuestras revoluciones es encontrar nuestra libertad, con todo lo incómoda que puede suponer.



Es muy difícil, y más en un sistema corrupto en el que no prima la verdad y la justicia, vivimos rodeados de injusticia, los beneficiarios de ella no tienen por qué ser culpables. El mundo funciona como lo hace. Unos tienen más suerte que otros, los que son conscientes de este hecho y lo asumen son personas más auténticas que aquellas que viven sin preocupación, una vida comprada o prestada. Existen personas que se hacen así mismas, con su trabajo y esfuerzo logran sus objetivos. Esta gente, la gran mayoría es la que sostiene el mundo que conocemos. Por esta razón, por mantener el mundo que tenemos no podemos hacer una revolución. Todo lo que nos rodea se debe al esfuerzo de gente como nosotros y es muy difícil que renuncien a todo lo logrado para una revolución que parte desde cero.



Coincido con mi amiga, en la lejanía física, que no de corazón, Ada, que la revolución se está gestando, pero es imposible que se trate de una revolución material, es demasiado tarde para esto. Ya sólo queda soñar con que la revolución venga de dentro, de nosotros, de la tierra, de nuestro universo. Ya comienzan las ideas extrañas, más extrañas...aún, pero cosas más raras se han visto. La cuestión es saber si estamos preparados para la revolución, a que estamos dispuestos a renunciar, para volver a empezar, porque al fin y al cabo esa es la revolución.



No volver a mirar atrás y vivir hacia no sé dónde. Libres... lo que se dice libres jamás lo seremos, nuestra vida está marcada por dos puntos. Cuando nacemos y cuando morimos, el primero no depende de nosotros, el segundo puede dependerlo, pero como norma tampoco. Lo que hagamos entre esos dos puntos es nuestra vida. De nosotros depende.

Sr. Rojo