miércoles, 19 de septiembre de 2007

Por fin dejé de tener frío en aquel lugar azul. Una casa en la que desaparecer es un hecho instantáneo. Luces amarillas, ningún ruido, ningún adorno.
Mis pensamientos no me aturden porque no tengo que pensar.
Por fin puedo respirar sin ahogarme. Abandonarme al monótono paso del tiempo, a la superficie rotunda de horizontalidad y respirar el constante aroma a café, al café de aquel entonces, de cuando era la niña de visita en casas verdes y no tenía que escapar de nada.
Por fin ya no me cuesta respirar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

eres lo más, asi que sigue respirando que todavía queda mucho aire
marieta