jueves, 3 de enero de 2008

Azul y naranja.

Después de tanto tiempo, tras unas cañas, no me da la impresión de que las cosas hayan cambiado en absoluto. La sensación de comodidad es exactamente la misma. “Y yo aquí sigo en mi trinchera corazón, tirando piedras contra la última frontera…”

Hay una cuenta pendiente, un libro mal cerrado… “Me paso la vida marcando un 91, cambiando de comida, con mi ropa oliendo a humo…” Ahora, en esta cafetería pienso que sí, que ojalá hubiera cogido ese tren.

Puede que ya no. Puede que sea demasiado tarde. ¿Quién sabe? Aunque por otro lado… todo el mundo está al corriente de que el azul y el naranja siempre se complementaron...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fue mágico aquel día, pero son tiempos extraños y los colores a veces por alguna extraña razón, a pesar de los cielos pintados y las ganas de mezclarse, también sienten miedo, y aunque nada tiene que ver con aquel Agosto, la verdad es que las prisas, los cambios, los termos de café y las noches en vela te hacen decolorar un poco y algo más invisible. Aunque sigo aquí...

azul.