lunes, 30 de julio de 2007

La madriguera del gusano blanco.

Ayer hojeando viejos libros encontré en la primera página de uno, la dedicatoria que mi hermano escribió a modo de disculpa. Comenzaba como las cartas que escribía para mí en la infancia.

“Queridísima mona:
Durante la carrera, la noche antes de un examen muy importante, aunque no recuerdo ni de qué asignatura era, pusieron en la tele, de 12 a 3,30 de la madrugada, Los siete samurais de Kurosawa.

Hoy, varios años después, lo único que distingue aquel examen de tantos otros es que la noche antes, inconscientemente, supe elegir qué era lo verdaderamente importante para mí, cuáles eran los materiales que iban a resistir en mi cabeza, qué imágenes codificarían mis sueños, qué palabras formularían mis pensamientos…

Espero que de esta madriguera salgan palabras que se integren en tu mente, pensamientos que deriven en sueños e ilusiones, y constituyan así la clase que no te di.

Luis Miguel.”

Tras el paso de los años puedo decir que realmente asimilé la lección que mi hermano, el de entonces, me quiso transmitir. Y es que, es preciso leer entre líneas… Hay momentos, canciones, palabras y no lugares que tienen vida propia, se aferran a ti (muchas veces sin hacer ruido), para no dejarte nunca más.

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